jueves, 14 de junio de 2012

Un gran descubrimiento que sigue demostrando el honor, astucia y lealtad del Cid Campeador

Gracias a nuestras continuas investigaciones y excavaciones, en las grandes colinas del norte de Zaragoza, se encontraron fragmentos de una carta que el Cid envió al rey, en la que revela una clara desaprobación del casamiento de sus hijas con los infantes de Carrión y al mismo tiempo expresa su deseo de un enlace con los hijos de los reyes de Navarra y Aragón.


Les presentamos ahora los fragmentos de la misma:

“No está en mí el deseo de perturbar la felicidad de mis hijas, ellas son mi más preciado tesoro, debo resguardarlas de toda amenaza e infelicidad, y no creo que sean nobles las intenciones de Diego y Fernando de Carrión. Pienso que pondré en peligro la dignidad de ambas porque sospecho los engaños subyacentes de los infantes, pero entiendo que no puedo contradecir un pedido del rey luego de haber logrado la confianza y el perdón de vuestra majestad. Es mi deseo servirle y complacer vuestras solicitudes, pero también debo ser fiel a mi familia y cuidar de su amor y su integridad. Creo que es mí deber hacerle saber al rey que me han llegado noticias de los hijos de los reyes de Navarra y Aragón sobre su interés por contraer enlace con mis hijas, considerando más honorable y menos arriesgada esta propuesta. Espero que mis razones sean atendibles en vuestra conciencia, pero si aún persiste su designio, no me opondré al mismo, aceptando su decisión”.

Como se puede ver en la carta encontrada se muestra claramente que el Cid había preanunciado el desenlace deshonroso de la unión de sus hijas con los infantes de Carrión. Sus sospechas eran válidas advirtiendo de los peligros que luego se confirmarían. No fue simplemente una expresión de duda o desacuerdo, sino que en la carta manifiesta con total claridad los episodios de los que fueron protagonistas ambas al decir “sospecho los engaños subyacentes”. Pese a ello apela a la conciencia del rey, quien continúa con su decisión de aprobar dichas uniones, desoyendo las observaciones del Cid. Por otro lado, manifiesta el deseo de los hijos de los reyes de Navarra y Aragón, quienes aparecen en un primer momento (y no a posterior de los episodios vivenciados por las hijas del Cid) junto con los pedidos de los infantes de Carrión. Así es como, ante la aprobación del rey sobre la unión, el Cid accede, demostrando su total fidelidad, entregando a “su más preciado tesoro”, como lo expresa en su carta. De esta manera queda reflejado su puesto de héroe medieval al demostrar su honor y lealtad, como buen vasallo del rey, sin dejar de lado su inteligencia superior ante la situación.

Autor: Lucas Cauhepé
Editora: Ludmila Tesoriere

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